Por Fernando Rodríguez

Debe ser motivo de reflexión para los políticos en el poder, la situación que vive el exsenador estadounidense Bob Menéndez, condenado por los tribunales de su país a 11 años de prisión federal por ser encontrado culpable de 16 cargos de soborno y corrupción mientras ocupaba la alta posición congresual, hechos en los que también se involucra a su esposa Nadine Menéndez, quien padece de cáncer y fue condenada, librándose de ir a la cárcel por tener que someterse próximamente a una segunda cirugía de mama.

El otro famoso senador de origen cubano y amigo de los dominicanos, por demás, pidió al tribunal aplazar por 11 días su ingreso a prisión para acompañar a su esposa a Massachusetts a las bodas de una hija debido a que sus condiciones de salud les dificultan viajar sola, teniendo que reportarse el 17 del presente mes para ser conducido a la prisión FCI Schuylkill, una cárcel de seguridad media ubicada en Pensilvania.

Muy triste final para una pareja que, en el ocaso de su vida, y sin necesidad, cayó en las tentaciones de recibir sobornos arriesgando el retiro honroso que su desempeño le tenía reservado por su activa defensa a las causas de los latinos en los EE.UU. de Norteamérica.

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