Por Marino Ramírez Grullón
Nayib Bukele llegó al poder presidencial en la República de El Salvador mediante el voto popular mayoritario de eso no existen dudas.
La población salvadoreña decidió elegir a su antiguo alcalde capitalino como presidente de la república salvadoreña masivamente en rechazo a la inacción de gobiernos anteriores incluso encabezados por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
El FMLN había sido la agrupación revolucionaria que luchó contra las dictaduras y la corrupción en El Salvador.
Logró ese grupo guerrillero convertido en partido político colocar al menos dos presidentes en El Salvador pero aparentemente nada hicieron para favorecer a la mayoría del pueblo de su país por una mejor vida.
Ante esa situación surge un Nayib Bukele joven y populista anunciando un nuevo día para los salvadoreños hastiados de la corrupción y las pandillas asesinas que controlaban ese país casi totalmente.
Bukele ya en el poder se apropió de la Asamblea Nacional Legislativa, escogió una nueva suprema corte de justicia e inició todo un proceso de elaboración de leyes que sólo le beneficien a él y su accionar como jefe del Estado.
Ahí están los resultados, un proceso de eliminación de las bandas, lo que ha sido aplaudido por mucha gente pero que a la vez preocupa la deriva autoritaria que ha llevado a Bukele a elaborarle expedientes a opositores y a perseguir a todo el que no comulgue con su estilo de gobierno.
Muchos visitantes aplauden el estilo Bukele cuando visitan sus cárceles, he cierto que ya se puede visitar esa país donde hay mucha más seguridad, sin embargo ya se siente el modelo autoritario de su mandato.
Ese estilo de populismo, llegar al poder mediante voto para luego apropiarse del poder absoluto lo tiene el dictador Daniel Ortega en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela, en Bolivia; Evo Morales lo llevó a cargo aunque fracasó.
También en Ecuador se trató de implementar con la llamada revolución ciudadana yéndose a pique por el momento.
Pero lo que más preocupa es que al Nayib Bukele se le esté celebrando su estilo de gobierno cuando cada día demuestra que va hacia la dictadura.
No creo que se quiera bajar del poder sobre la base de que ha llevado paz y tranquilidad a El Salvador.
Quiso imponer el Bitcoin pero no llegó a ningún lado.
Sin embargo ya tiene bajo prisión a ex dirigentes del Frente Farabundo Martí y la prensa libre siente su presión.
También las Organizaciones No Gubernamentales están siendo perseguidas y nadie salir a protestar porque lo acusan de conspiración, un estilo de expediente que siempre tienen a manos las dictaduras.
En este caso y mirando el camino autoritario del mandatario salvadoreño lo que debo proponer es que los políticos verdaderamente democráticos de la región no sigan celebrando lo que pasa en El Salvador porque podrían quedar mal con el estilo Bukele y su aplicación.
Ya con los fracasos en torno a seguidores de los regímenes dictatoriales de América Latina, promoviéndolos para que luego terminen en dictaduras con eso basta.
Los resultados están ahí.