(III)
Oscar López Reyes
Las redes sociales: desbocadas, perniciosas y funestas en el caos libertario pleno. Infernal en el lucro para los megaconglomerados tecnológicos planetarios y sus secuaces, en la demanda de que sean frenadas a toda costa.
Por su función destructiva, más de 70 países han bloqueado o restringido el acceso a las redes sociales (RR.SS.), y en otros han regulado sus textos. Por mandato de su ultraliberal Constitución, en la República Dominicana para contrarrestar el perjuicio que causan a los usuarios junto a los videos y blogs, se impone como antídoto preventivo la instrucción colectiva y la sólida formación comunicacional universitaria de los emisarios -influencers, creadores de contenidos y ciudadanos comunes-, y como correctivo la aplicación rigurosa de la pena de prisión tras la difusión de mensajes ilegales.
Las plataformas de interacción virtual tienen que ser vistas en dos perspectivas: positiva y negativa, como los dos polos magnéticos terrestres (Norte y Sur), los dos vectores eléctricos que atraen y repelen, las dos unidades de significado de los lexemas y morfemas, denominadas la doble articulación lingüística, y las dos imágenes claves de la comunicación: la señal emitida y la figura perceptiva, con su significado y su significante, teatralizados por la semiótica.
En su circuito de máximo potencial, las comunidades en línea son provechosas para rastrear y suministrar información de la esfera terráquea, chatear con familiares y amigos, en un interactuar sin frontera física y en tiempo real o instantánea; formular denuncias, aprender en un espacio educativo, operaciones bancarias y financieras, comercializar productos y servicios en la dimensión del marketing digital; para el hobby o pasatiempo y la recreación, la proyección personal y la oferta y búsqueda de empleos.
Y en el polo del contrapunteo, en los social media proliferan los discursos que amenazan la seguridad nacional y la salud (dietas riesgosas y cirugías estéticas), las violaciones a la privacidad, las mentiras y noticias falsas, el spam (correo basura e indeseado) y las estafas, el robo de identidad y datos personales, el ciberacoso, el exceso de los bots (softwares automatizados que, en sitios web, imitan el comportamiento humano, frecuentemente con propósitos maliciosos), la promoción del terrorismo, la venta de estupefacientes, la pornografía infantil, la sexualización y la homosexualidad sin límites, el sensacionalismo, la difamación e injuria, las conspiraciones y las imágenes aterradoras que emocional, moral y económicamente devastan a miles de millones de consumidores. Se vertebran como un nuevo centro de poder, y pueden ilustrarse con la victoria presidencial imprevista del estadounidense Donald Trump en 2016, atribuida en gran parte a las RR.SS.
Las plataformas virtuales son infraestructuras universales en internet, difíciles de controlar, que facilitan la ejecución de aplicaciones y programas, y cada una de ellas cumple un objetivo temático distintivo, desde diferenciados puntos geográficos. En Estados Unidos operan Facebook (Meta), YouTube (Google), WhatsApp, Instagram (Meta), X (antes Twitter), LinkedIn, Pinterest, (ByteDance), Snapchat, Red Note, Myspace, Reddit, Tumblr, Vine, Snapchat, TikTok, WeChat, Skype y Telegram. Son libres.
Las RR.SS. son usadas por 5 mil 240 millones de personas, que representan el 63.9% de la población mundial, que cifra 8 mil 120 millones de seres humanos. El negocio de este novel y flamante señorío se asienta como muy retributivo, y en el 2025 asciende a unos 300 mil millones de dólares. Las compañías se nutren de cinco renglones: 1) los anuncios pagados o publicidad, 2) los incentivos por la promoción de las marcas, 3) el comercio electrónico, 4) la venta de datos, y 5) los dividendos por la inversión en acciones.
Para evitar la desinformación, la manipulación y la contaminación ideológica, varias naciones han creado plataformas virtuales propias, separadas de la internet mundial. China regentea a Wechat y Douyin; Rusia a VKontakte (VK) y Corea del Norte a Kwangmyong, que postean informaciones y opiniones controladas. Son pasadas por un filtro.
Además de estos tres países, mantienen un cierre permanente o bloqueos momentáneamente redes sociales estadounidenses Libia, Irán, Turquía, Túnez, Qatar, los Emiratos Arabes Unidos, Pakistán, Bielorrusia, Ucrania, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Nicaragua y Venezuela. Por igual, para asegurar la transparencia, desde el 2015, los gobiernos de Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, España, Australia, Irlanda y Estados Unidos han multado, constreñido, censurado y suspendido cuentas gubernamentales de ciertas redes controladas por los gigantes tecnológicos.
El panorama descrito precedentemente conmina a la implementación de un estatuto normativo coherente, para disminuir o eliminar el trance hacia la fatalidad, los delitos y el irrespeto a la dignidad humana. En la República Dominicana ha sido propuesta la Ley de Expresión y Medios Audiovisuales que, estudiada desde arriba hasta abajo, bucea como una letra corta porque, más que reglamentar, meramente recuenta los protocolos internacionales de las RR.SS.
En el capítulo IV sobre las plataformas de contenidos en internet se circunscribe a citar los términos y condiciones de referencias de las redes sociales. En su artículo 23: “Desindexación” parece novedoso, pero se distancia de esa realidad, lo mismo que en el capítulo V sobre la comunicación audiovisual. En el lector acucioso no se llenan las expectativas.
Partiendo de ese pronunciado vacío, proponemos cinco prontuarios limitativos del atropello a la libertad de expresión:
1.- Aplicar rigurosamente las sanciones de prisión carcelaria estipuladas en el Código Penal Dominicano.
2.- Aprobar nuevas leyes comunicacionales regulatorias, nacionales y globales, con apremios corporales.
3.- Difundir con más intensidad y aplicar las reglas de bloqueo familiar, especialmente a los niños y menores de edad.
4.- Reenfocar el algoritmo por parte de los proveedores universales del servicio, para dosificar los textos de los usuarios.
5.- Planificar a largo plazo la creación de una RR.SS. nacional, igual que China, Rusia y Japón, con una gran inversión tecnológica y humana.
Asimismo, a nivel global han sido aprobados novedosos instrumentos regulatorios de las redes sociales y páginas Web, creados códigos de conducta voluntaria (un fracaso rotundo), promulgado reglamentos de protección de datos y garantías de los derechos digitales, así como protocolos de evaluación de textos. Otras están penalizando y moderando contenidos y sesgos algorítmicos, porque las leyes de expresión tienen límites muy claros.
En este tramo enmarañado de la contemporaneidad, con la supremacía de la economía digital en la sombrilla del paradigma posneoliberal, son un desafío para los ingenieros y cientistas la reglamentación tanto de estas plataformas como de la Inteligencia Artificial (IA), en el terreno universal y en la particularidad de legislaciones nacionales, con la inclusión y la alfabetización informacional, para la reducir la brecha digital.
Desde el 2023, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) inició un diálogo a través del Foro Mundial de Red, para la Gobernanza de las Plataformas Digitales, con la consigna “un internet para la confianza”. Aplica una hoja de ruta para acciones colectivas, con la participación de 124 países, entre ellos la República Dominicana; organizaciones intergubernamentales, empresas digitales, reguladores, la sociedad civil, los medios, las comunidades académicas, expertos y técnicos, para regular las plataformas digitales, protegiendo la libertad de expresión y los derechos humanos.
En las RR.SS. se navega en un océano proceloso e irreconocible, e ingenieros en redes y telecomunicación las definen como una amenaza existencial para la humanidad. Su regulación no ha de ser aislada ni fragmentada, sino con un enfoque internacional coherente, en el que predomine el derecho del acceso a la información de interés, la transparencia, la moderación de contenido (palabras e imágenes) y el bien público.
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El autor: Expresidente del Colegio de Periodistas (CDP) y la Asoc. de Escuelas de Comunicación (AdecompRD), y actual presidente Asoc. de Profesionales de Relaciones Públicas (Asodoprep).
25 de mayo de 2025.