Por Fernando Rodríguez

Sobre la tragedia del Jet Set se seguirá hablando y escribiendo durante los años que dure el proceso judicial que deberá esperar los resultados de la experticia forense iniciada por la Procuraduría, para determinar las causas del derrumbe del techo de la instalación y la posible responsabilidad penal de los propietarios y quienes cometieron la chapucería de colocar varias capas de cemento sobre un techo sin los soportes necesarios y sobrecargar el área.

El tema se mantendrá vigente por la dimensión de la tragedia y la variada representación social de las víctimas y, sobre todo, por la red de comunicadores a disposición del empresario propietario del local, a quien un entrevistado se atrevió a comparar con Jesucristo, víctima inocente de una injusticia que, por aclamación de las masas, que pidió su crucifixión.

Otros pretenden repartir la culpa de la desgracia entre todos los dominicanos, buscando argumentos para eludir la responsabilidad del propietario y quienes temerariamente sobrecargaron el techo con seis grandes unidades de aire acondicionado y otros elementos pesados.

Ante tantos desafueros, pido prudencia y que, al dolor de los familiares de los fallecidos, no les sumen el desatino de presentar al empresario Antonio Espaillat como una víctima más de una tragedia que pudo evitarse.

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