Enfoque
Por Felipe Román
Apreciado y amable lector, la definición más sencilla que podemos darle de la ludopatía es un deseo fuerte de jugar, aun estando consciente de los riesgos y sus consecuencias. Deseamos aclarar que jugar a la loto no es ludopatía.
Los «científicos» de la prestigiosa clínica Mayo admiten con impotencia que no conocen las causas que llevan a una persona a jugar, y exponen una posibilidad cantinflesca diciendo que podría ser a consecuencia de una combinación de factores biológicos, genéticos y ambientales.
Y esto es muy importante, porque es la misma conducta de prácticamente todas las clínicas, lo que lamentablemente lleva a que las personas que intentan tratar a los ludópatas fracasen de manera estrepitosa, debido a que, si no saben el origen, tampoco conocerán el tratamiento adecuado.
Y lo que suelen hacer es lastimoso, debido a que aún en esta época tratan a los ludópatas, basándose en una recomendación que hacía Galeno- septiembre 129 d. c., en Pérgamo, Turquía, hasta 216 d. c. en Roma, Italia.
Se cuenta que este famoso médico y filósofo recomendaba a los médicos poner en práctica para tratar a los pacientes lo que él denominaba como «tiro de escopeta», o sea, dale de todo porque algo le aliviará. Y así hacen con los ludópatas, y lógicamente no los curan.
Los de la clínica Mayo y otros -al estilo Galeno-, asocian la ludopatía con depresión, trastorno bipolar y otras patologías. Lo importante es saber que no son depresivos, aunque hagan gala de sus condiciones teatrales ante sus familiares y médicos, mostrándose compungidos por los problemas que ocasionan con sus pérdidas e innumerables deudas, a causa del juego en los casinos.
Sin embargo, sí ese mismo día consiguiesen algo de dinero, irían otra vez al casino. Esa conducta tan desconsiderada y abusiva se debe principalmente a que los ludópatas enfrentan una «anestesia afectiva». No es que carezcan de sentimientos, sino que se mantienen «anestesiados», y por eso son indolentes ante todos los problemas que ocasionan con sus pérdidas constantes y frecuentes. Para que usted tome conciencia hasta dónde puede llegar esa anestesia afectiva, le contaré de manera resumida un caso que conozco de primera mano.
Una persona que conocemos muy bien -lamentablemente no buscó nuestra ayuda profesional para vencer ese terrible flagelo-, además de su ludopatía, tenía el problema de que su esposa estaba padeciendo de un grave problema de salud que amenazaba su supervivencia y eso conllevaba grandes gastos económicos. El asunto es que por circunstancias que no explicaremos, una persona le contó al presidente nuestro de esa época la terrible situación de la esposa de este servidor público y, el gobernante conmovido, envió a buscar a esa persona y le dijo que lamentaba su situación, Le informó que, para cooperar, ya había dado instrucciones de que se le entregase una jugosa suma de dinero para que se hiciese todo lo humanamente posible por la salud de su esposa. Como era de esperar, el trámite burocrático se hizo rápidamente, y se depositó en la cuenta de esa persona una cantidad muy respetable de dinero. Sin embargo, como ya sabemos lo de la anestesia afectiva, y aunque a usted le parezca increíble, esta persona perdió en menos de una semana todo lo que había recibido del presidente, además otras donaciones que le hicieron.
Y como en todas partes quien usted menos pueda creer es un agente de algunos de los servicios de inteligencia de nuestro país, esa lamentable información llegó rápidamente a «oídos del presidente», quien, aunque normalmente es una persona que controla sus emociones, en este caso no fue así, y sus ojos se enrojecieron. Y esa persona pasó al ostracismo con relación a ese presidente y a los allegados del gobernante. Y como ya usted podría esperar, desgraciadamente la esposa de este ludópata murió poco tiempo después de lo narrado anteriormente.
Hablemos ahora de Dostoiesvki. Este escritor nació 11 de noviembre de 1821 en Moscú, Rusia. Y falleció 9 febrero de 1881 en San Petersburgo. Era hijo de un médico descrito como poseedor de una personalidad despótica en su trato con familiares y empleados. Eso motivó que fuese torturado y asesinado por un grupo de campesinos que eran siervos suyos. Cuando esa tragedia ocurrió, Fiodor Dostoiesvki tenía 18 años de edad, y trastornó su personalidad, debido a que por la conducta déspota de su padre, él había deseado la muerte de éste. Y como su deseo plenamente consciente, se volvió realidad, entonces desde que ocurrió ese hecho, comenzó a tener sentimientos de culpa. Y ese dato es sumamente importante, debido a que son, el sentimiento de culpa y la inseguridad, los que llevan a muchas personas a ser ludópatas.
Es importante que usted recuerde -porque ya fue explicado en otra publicación nuestra por este mismo medio- que para usted desarrollar y tener sentimientos de culpa, no tiene que hacer necesariamente actos concretos que sean abominables, sino que esto puede suceder por cosas tan sencillas como estudiar una carrera completamente diferente a la que deseaban sus padres. O por no haber tenido en un momento clave de su vida, la conducta que se esperaba de usted. Así, por ejemplo, muchos poetas, filósofos y «revolucionarios de Salón», solían reunirse con mucho entusiasmo en la famosa, pero ya cerrada Cafetera, de nuestra histórica zona colonial, principalmente a inicios de la década del 60 del siglo pasado. Allí, entre tragos y buen estado de ánimo, solían hablar de la necesidad de darle una libertad verdadera a nuestro pueblo, por medio de una revolución armada… Sin embargo, cuando estalló la revolución en abril de 1965, no aparecieron.
Y ya usted sabe que, aunque nadie les reclamó públicamente, es seguro que han padecido de insomnio y, cuando logran dormir, tienen lo que muchos profanos califican como «sueños extraños». A esto se agrega un sentimiento de culpa, que se pone de manifiesto de manera sutil, con una sensación de aburrimiento y ausencia de paz.
Continuando con Dostoiesvki, éste pudo hacer un relato apasionante en su libro titulado “El Jugador”, que está calificado como una obra maestra de la literatura universal, porque en realidad tan solo está transcribiendo sus propias vivencias. Fue por esa razón que pudo tener concluido ese maravilloso libro en tan solo 26 días.
La industria farmacéutica recomienda usar antidepresivos -porque suelen ser caros-, pero los ludópatas no padecen de una depresión auténtica.
La industria farmacéutica recomienda usar antidepresivos -porque suelen ser caros-, pero los ludópatas no padecen de una depresión auténtica.EXTERNA |
Amable lector, deseo decirle ahora con mucha alegría, que Dostoiesvki logró curarse por completo, -no aliviarse- de su ludopatía. Eso ocurrió de la manera siguiente: En 1871, él viajó al extranjero para curarse de una enfermedad bronquial que le afectaba con varios síntomas desde 1868. Y estando en ese lugar, le escribió a su esposa lo siguiente: «Me ha sucedido algo muy bueno; me he liberado de la abominable ilusión que me atormentaba desde hacía casi diez años, para ser más preciso, desde que murió mi hermano, cuando de repente me vi agobiado por las deudas, soñaba con ganar dinero, seriamente, apasionadamente. ¡pero ahora todo ha terminado!».
Todos sabemos que las enfermedades pulmonares hacen descender el vigor y las energías físicas -como se pudo observar con la experiencia del Covid-19. Entonces quien esto escribe plantea, que la experiencia de Dostoiesvki cercana a la muerte (por su trastorno pulmonar), unido a la disminución de su vigor, «apagaron» de repente su pasión por el juego. Lo importante es que se curó. Y por tal razón, usted puede deducir que la ludopatía puede ser curada, -no tan solo aliviada-, como se hace en la actualidad.
Y de hecho como quien esto escribe presume de ser altanero, entonces puede decir que ha tenido éxito con los ludópatas que ha tratado. Claro está les hace ver desde el inicio, que, en caso de aceptar tratarlo, debe responder la pregunta que les hacía Jesucristo a los enfermos: «¿De verdad quieres sanarte?» (Juan 5:6). Porque muchos ludópatas van a la consulta, no con un propósito real de curarse, sino de seguir manipulando a sus familiares y amistades.
Y aprovechamos aquí para decirles que el tratamiento farmacológico que prevalece en la actualidad, la calificación más delicada que podríamos darle para no ser muy ofensivos con los colegas, es que lo hacen siguiendo las directrices de la riquísima industria farmacológica mundial, no basados en un dominio pleno de la psicopatología y de psicofarmacología, aunque algunos alardean por los medios electrónicos de tener conocimientos amplios de la segunda rama de la medicina, lo que queda desmentido al ver en sus recetas las combinaciones que hacen.
La industria farmacéutica recomienda usar antidepresivos -porque suelen ser caros-, pero los ludópatas no padecen de una depresión auténtica, aunque de manera teatral puedan llorar ante sus familiares y médicos. A las depresiones inauténticas se refirió quien es considerado el padre de la psiquiatría alemana, Kurt Scheneider, en su libro titulado “Patopsicología clínica”.
La referida industria farmacéutica también recomienda que se usen antagonistas opioides como la Naltrexona y un antipsicótico como la Olanzapina. Ninguno ha demostrado ser eficaz para curar la ludopatía.
En realidad, la ludopatía no debería ser tratada por los psiquiatras, con sus fármacos inoperantes, sino por los psicólogos, debido a que estos son los que están verdaderamente calificados para hacer una psicoterapia que fortalezca la personalidad, «apagando» la inseguridad, como sucedió con Dostoiesvki.
Los psicólogos no reciben el reconocimiento que merecen a escala planetaria, porque no les son útiles a la poderosa industria farmacéutica mundial, debido a estos no tienen el derecho a recetar sus medicamentos caros.
Por esa razón no contribuyen a aumentar la insaciable voracidad de ganancias económicas de esos «asesinos legalizados». Y por eso, no tan sólo los ignoran, sino que incluso tratan de denostarlos.
Conclusión: Tan solo les pido recordar que, si Dostoiesvki pudo superar su adicción al juego, entonces otros pueden también ser curados.