Por : Mary Leisy Hernández
Que la algarabía por las celebraciones que recrean el nacimiento del niño Jesús no nos hagan olvidar al otro niño, al Jesús descalzo, de calzones rotos y despeinado que nos recrea el poeta-cantor en su canto.
Que las prisas por llevar las mejores vestidos, por hacer los mejores regalos y ofrecer las mejores fiestas navideñas para “honrar al salvador del mundo”, no nos obliguen a olvidar a los otros Jesús que están entre nosotros, a esos que llamándose o no Jesús, representan en cuerpo y alma a ese niño Dios.
No nos quepa dudas, el niño Jesús ya no está en el pesebre. Tampoco en el portal. Jesús está en todos los seres vulnerables que ignoramos, en los que nos parecen insignificantes. Ya fue lo de los reyes magos que guiados por una estrella llevaron regalos al niño. Ahora el pesebre es una hermosa representación para adornar nuestros hogares y recordar tan importante acontecimiento.
Ahora Jesús está entre nosotros. Está en el que nos necesita. Ojalá y que cada vez gastemos menos en regalos que muchas veces no se necesitan ni se usan. Que presupuestemos más para agradar a ese niño que probablemente no tiene quien le compre un juguete el Día de Reyes, el Jesús que necesita de nuestro tiempo, nuestra empatía y solidaridad.
Bueno identificar quien es el Jesús que tengo cerca y en este caso, no nos limitemos a asuntos financieros. Cuantos Jesús hemos ignorado cerca de nosotros, cual es el Jesús que más tengo olvidado y en este caso, nos referimos a Jesús aunque sea hombre o mujer, aunque sea niño o adulto. En fin, que en esta temporada navideña agrademos a Jesús el salvador, agradando al Jesús vivo.