Por: JOSE BAUTISTA
El analfabetismo que prevalece en la población dominicana en los tiempos actuales se ha acumulado de generación en generación, debido a que el país no ha invertido los recursos, incluyendo una efectiva campaña educativa por parte de los diferentes funcionarios de los ministerios de educación que ha tenido la República Dominicana, desde que fue constituido como Estado, por el patricio Juan Pablo Duarte el 27 de Febrero de 1844.
El analfabetismo ha echado raíces profundas en la población dominicana, pues de acuerdo a las estadísticas del X Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2022, la población de seis a más de 100 años de edad que ejerce la lectoescritura alcanza 8, 954, 157 personas.
Lamentablemente, en la República Dominicana jóvenes de 25 a 29 años no saben leer ni escribir, ya que los datos ofrecidos por el X Censo Nacional de Población y Vivienda del 2022 establecen que unos 582, 581 personas de más de 15 a más de 100 años no sabe leer ni escribir.
Es decir, que nos indica esa cifra que el analfabetismo ha hecho metástasis en la sociedad de esta nación, lo que deja bien claro que sí no aplican políticas educativas eficientes y motivadoras para que la gente aprenda a leer y escribir nuestra República Dominicana continuará siendo tercermundista y subdesarrollado siempre.
No es tan simple entender que 582, 581 personas comprendidas entre más de 15 a más de 100 años no sepa leer ni escribir, cuando hablamos orgullosamente de Inteligencia Artificial.
Y lo más triste de todo eso, es la población de más de 15 años que no domina el hermoso conocimiento de la lectura y la escritura, y que están fuera del pan de la enseñanza: La educación.
Esa triste realizada viene desde el año 1844, cuando la educación estuvo a cargo de la Secretaría de Estado de Justicia e Instrucción (actualmente Procuraduría General de la República. En 1931, este organismo es suprimido, pasando sus atribuciones de justicia a la Procuraduría General de la República mediante la Ley Número 79.
Las atribuciones relacionadas con instrucción pública y bellas artes pasaron a la Superintendencia General de Enseñanza a través de la Ley Número 89.
Años más más tarde, el 30 de noviembre de 1934 mediante la Ley Número 786, se creó la Secretaría de Estado de Educación y Bellas Artes, cambiándose el término “instrucción pública”.
Entonces en el año 1965, pasó a llamarse Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos al recibir atribuciones de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, mediante un decreto del día 4 de septiembre .
Posteriormente, el organismo volvería a cambiar de nombre en 1997 para convertirse en la Secretaría de Estado de Educación y Cultura a través de la Ley 66-97, que redefinió el Sistema Educativo Dominicano.
Adoptaría sus actuales atribuciones el año 2000 al crearse una nueva institución, Secretaría de Estado de Cultura, mediante la Ley 41-00, convirtiéndose así, en la Secretaría de Estado de Educación, desde el 2000 hasta el 2010 cuando se convierte en Ministerio de Educción mediante el decreto 5610
En todo este proceso de analfabetismo rampante de este país, primer secretario que debió enfrentar con gallardía ese grave problema, fue el extinto doctor Joaquín Balaguer, quien fue el primer secretario de Educación, y quien ocupó el cargo del 16 de agosto de 1949 al 16 de agosto del año 1965.
En esta etapa de la educación de la República Dominicana, el ministro Ángel Hernández, debe implementar programas de alfabetización integral que lleguen a hasta los hogares de las familias con folletos o libros didácticos de fácil manejo para instructores y alumnos, para que esa gran extensión de analfabetos dominicanos conozcan las vocales, las consonantes y por ende, escriban sonidos, tanto en la combinación de consonantes y vocales; como también conceptos generales.
Considero como un imperativo que el ministro Ángel Hernández y su equipo técnico educativo del Ministerio de Educación trabajen de las manos de las Escuelas Radiofónicas Santa María y el área de alfabetización de la Iglesia Católica para que desarrollen un amplio plan de alfabetización a nivel nacional para que se reduzca a su mínima expresión el número de analfabetos que desgraciadamente ni leen ni escriben.