ENFOQUE
FELIPE ROMÁN
Amable lector, es prácticamente seguro que usted haya leído o escuchado hablar del libro titulado “El Arte de la Guerra”, escrito por el guerrero Sun Tzu, cinco siglos antes de Cristo. Y en esencia los trece capítulos que contiene están básicamente dedicados a las enseñanzas de cómo vencer en los conflictos bélicos. Sin embargo, existen otras guerras sin armamentos militares, pero de las cuales usted no se puede librar. Y es bueno aclarar eso, o sea, sí usted es una persona anciana, o muy enferma, aunque su país estuviese en guerra, usted no será llamado a combatir.
No exceptuamos en esa aclaración a los adolescentes, porque desde la Segunda Guerra Mundial, muchos países, cuando la situación bélica se ha tornado muy difícil, de manera inescrupulosa han apelado a usar adolescentes y adultos mayores que luzcan bien físicamente.
Esas otras guerras de las cuales nadie puede evadirse son las afectivas, con las cuales tenemos que lidiar diariamente. Y trataremos de que usted comprenda cómo vencer esos conflictos afectivos, que en realidad en la mayoría de los casos vienen enmascarados, a la manera de micro traumas con chantajes emocionales, los cuales en ocasiones son relativamente difíciles vencer, debido a que suelen provenir de familiares cercanos o de amistades que gozan de nuestro afecto.
La palabra vencer tiene múltiples acepciones, pero la que usaremos va más acorde con la enseñanza que estaremos tratando de transmitir. Así que vencer es conseguir lo que deseamos en una disputa física o moral. Sin embargo, le advertimos que casi todo lo que sigue, podría ser considerado por usted contradictorio, debido a que explicaremos que se puede vencer, aunque ocurra una derrota sumamente clara. Así que no se ponga las manos en la cabeza y se diga más o menos lo siguiente: ¡Caramba, tan ameno que iba el relato, y este orate lo acaba de arruinar con esa expresión tan irracional!
Comprendemos esa reacción, razón por la cual recordamos que durante la feroz y férrea dictadura de Trujillo, en 1959, el señor Delio Gómez Ochoa, vino a nuestro país desde Cuba, encabezando a un grupo de valientes en una expedición con el propósito de derrocar al tirano. Ese grupo estaba compuesto principalmente por dominicanos, cubanos, venezolanos, norteamericanos, puertorriqueños y de otras nacionalidades, comandados por Gómez Ochoa. Sin embargo, aunque la intención era muy loable, ellos fueron derrotados militarmente. Y aunque objetivamente fue un fracaso bélico, aun siendo así, ese acontecimiento dejó la lección de que Trujillo podía ser combatido y derrotado, lo que produjo una especie de «despertar» del adormecimiento que había tenido nuestro pueblo, razón por la cual, después de ese hecho, ocurrieron múltiples conspiraciones con la convicción de que Trujillo sería eliminado. Hasta que finalmente una de estas conspiraciones fue exitosa, y lograron ajusticiar a Trujillo el 30 de mayo de 1961.
En cuanto al comandante Gómez Ochoa, este y varios de sus compañeros fueron apresados, encarcelados y torturados en la tristemente célebre cárcel de La 40. Muchos de los que sobrevivieron a los cruentos combates, fueron fusilados estando en La 40. Aunque el comandante Gómez Ochoa fue rudamente torturado, logró sobrevivir. Y ya estando libre se dedicó entre otras cosas a escribir y fruto de eso nació su libro “La victoria de los caídos”. Y quien esto escribe cree que ese título tiene sentido, porque aunque fueron vencidos militarmente, también ya sabemos que esa lucha fue metafóricamente como si usted plantara una semilla, y poco tiempo después, viese y disfrutase del fruto de su siembra.
Esperamos que haya percibido de manera clara que no es irracional ver una derrota convertida posteriormente en triunfo. Y de lo anterior se deduce que muchas personas viven aburridas, con sus vidas marchitas, sencillamente porque desean como si fuesen excelentes surfistas ir «montados» siempre en la cima de las olas, sin tener ningún tipo de frustración. Sin embargo, nuestra vida cotidiana no es así, sino parecida a un electrocardiograma –con subidas y bajadas- o sea, que es imposible no enfrentar frustraciones a lo largo de nuestra existencia. Y aunque es cierto que no son agradables, cada vez que logramos enfrentarlas, nuestra personalidad se fortalece y quedamos capacitados para encarar las siguientes. Mientras que aquellas personas que salen «huyendo» ante la menor frustración, suelen sufrir de cuadros depresivos reactivos, e incluso en muchos casos terminan teniendo un suicidio biológico, o un suicidio moral, por la baja capacidad para enfrentar frustraciones.
Para vencer en las guerras afectivas de nuestra vida cotidiana, debemos actuar no tan solo con inteligencia, sino especialmente con sabiduría.
Para vencer en las guerras afectivas de nuestra vida cotidiana, debemos actuar no tan solo con inteligencia, sino especialmente con sabiduría.EXTERNA |
Para vencer en las guerras afectivas de nuestra vida cotidiana, debemos actuar no tan solo con inteligencia, sino especialmente con sabiduría.
Recordemos que muchas personas son muy inteligentes y en muchos casos poseen un alto grado de instrucción, con varias maestrías, PHD y otros logros académicos. Sin embargo, en su vida cotidiana no suelen demostrar sabiduría, porque se comportan como verdaderos patanes. Y peor aún, no logran conocer y disfrutar de la paz y felicidad sencilla que disfruta el que tiene sabiduría, aunque su grado de instrucción académica no sea alto.
Veamos algunas de las cosas que nos dice Erich Fromn con relación a la inteligencia y sabiduría, en su libro titulado Ética y Psicoanálisis. «La inteligencia es el instrumento de que dispone el hombre para la obtención de metas prácticas. Sin inquirir acerca de la validez de los fines y las premisas implicadas, y sin intentar comprender la naturaleza y calidad de los fenómenos. Sí bien la razón (sabiduría) no se encuentra divorciada de los fines prácticos de la vida, no es un simple instrumento para la acción inmediata. Su función es conocer, entender, captar y relacionarse con las cosas por medio de su comprensión. La razón (sabiduría) penetra la superficie de las cosas a fin de descubrir su esencia, sus relaciones ocultas y sus significados profundos».
Usted podría decir como Sancho Panza a Don Quijote: “Eso está muy bonito, pero la verdad es que no lo entiendo, ni tampoco lo recordaré”.
Entonces para esa inquietud suya le tenemos una solución bíblica que se refiere directamente a la sabiduría por medio del apóstol Santiago: «Y sí alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche y le será dada. Pero pida con Fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quién tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble animo es inconstante en todos sus caminos». (Santiago 1:5-8).
Veamos ahora algunas recomendaciones sencillas que les daremos para vencer los conflictos afectivos de nuestra vida cotidiana:
1- Tratar en la medida de lo posible analizar con sabiduría el «bombardeo» del marketing para diferentes asuntos, porque no solamente están motivados en obtener beneficios económicos, sino que la mayoría suelen estar basados en Ilusiones. Por ejemplo, en las décadas de los años 40, 50 y hasta mediados de los 60 del siglo pasado, la mujer que era promocionada como modelo, era pequeña, gordita y de pechos voluminosos. El trasero en esos años no tenía importancia. Pero a partir de mediados de los 60, los «comerciantes» consideraron que había que cambiar y comenzaron a promocionar que la mujer que sería valorada, tenía que ser delgada, con pechos medianos o pequeños, y todavía no se promocionaba lo del trasero, pero a mediados de los 90, además de lo anterior, se comenzó a promocionarlo junto a otras cosas. De manera tal que las cirugías «estéticas», no solo han aumentado de manera descomunal, sino que eso se ha convertido en una verdadera locura, al igual que la bariátrica y otras, las cuales en su mayoría no son necesarias, porque lo verdaderamente importante es la personalidad.
2- Existe un síntoma neurótico que Erich Fromn en su libro titulado: “Tener o ser” lo denomina “afán de complacer”, que en esencia es ese deseo enfermizo de muchas personas de querer estar «bien» con todo el mundo, lo cual es una meta imposible de lograr, y eso solo provoca muchísimas frustraciones en estas personas, quienes suelen pasar por esta causa a tener cuadros depresivos inauténticos.
Las mujeres españolas nos enseñan lo siguiente: Que lo único que le agrada a todo el mundo y nunca producen rechazo, son el euro y el dólar.
Y Jesucristo nos enseña lo siguiente: «Mas ¿A qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: Les hemos tocado la flauta y no han bailado. Les hemos entonado canciones tristes y no se han lamentado. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el hijo del Hombre que come y bebe y dicen: Ahí tenéis un glotón y un borracho amigo de publicanos y pecadores». (Mateo 11: 16-19. Versión Biblia de Jerusalén latinoamericana).
Con esas palabras, Jesucristo nos enseña que es una tarea inútil creer que le vamos a caer bien a todo el mundo, porque siempre habrá personas que nos rechazarán por uno u otro motivo.
La verdadera e infalible clave para vencer es que usted se ame genuinamente a sí mismo, que esté convencido (a) de que su valor como ser humano no depende de las opiniones buenas o malas de los demás. Y que esté plenamente consciente de que no hay manera de vivir sin tener que enfrentar conflictos, pero estos pueden ser vencidos, si usted no se rinde y sigue luchando por aquello en lo que cree.
El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército