Por: Jhonatan Liriano Lizardo
La otra reforma: ¡Mejor educación!
Quizás sea la más importante, porque dentro de la mente del ser humano es donde nacen todos los proyectos de desarrollo material, social y cultural de las naciones. Y es la educación el instrumento más poderoso jamás inventado para activar e impulsar la mente de los pueblos.
A pesar de la pandemia y otras dificultades, en los últimos cuatro años el Ministerio de Educación y el sistema público de educación preuniversitaria alcanzaron avances fundamentales.
Por ejemplo:
Los estudiantes de todos los niveles tienen acceso regular y oportuno a libros, uniformes, alimentación y otros recursos indispensables.
La aplicación del 4% ha permitido aumentar exponencialmente la cobertura de aulas (con la posibilidad de utilizar instalaciones privadas en caso de limitaciones parciales).
El currículo, el contenido de las clases, ha sido rediseñado y actualizado por completo, a todos los niveles (incluyendo el nivel de adultos, cuyos libros no se actualizaban hacía más de una década).
Los docentes están siendo evaluados para apoyarlos en su proceso de mejora y actualización.
PISA y otros estudios comienzan a reportar mejoras en la evaluación de los estudiantes…
Ahora falta que el país se acerque a la meta principal del sistema: mejorar, de una vez y por todas, la calidad de la educación; conseguir que la mayoría de los niños y niñas lean bien, comprendan lo que leen, manejen las ciencias básicas, comprendan cómo funciona la sociedad, y cuenten con herramientas técnicas para integrarse a la vida productiva y ciudadana.
En este tramo ni el Ministerio ni el Estado completo pueden solos. Por el alto nivel de incidencia de las familias, la comunidad, los medios de comunicación y el resto del entorno social en la formación de los niños, la mejora de la calidad de la educación es una tarea y responsabilidad de todos.
De ahí la necesidad de que todos los actores de la comunidad educativa y del país tengan consciencia de la etapa en la que se encuentra el sector educativo, conozcan bien las tareas pendientes, y se integren motivados y convencidos de que si a los estudiantes les va bien, a la Patria le irá mejor.
La gran reforma pendiente es la reforma de la educación. Y desde ya necesita de la unidad nacional para materializarse y alcanzar sus nobles propósitos.
En el natalicio de la poetisa y maestra por excelencia Salomé Ureña, los versos dedicados a su hijo Pedro Henríquez Ureña nos sirven para reflexionar y visualizar el tipo de ciudadanía que podríamos alcanzar si nos abrazamos todos a la tarea de mejorar la educación de nuestro pueblo.
Mi Pedro
Mi Pedro no es soldado; no ambiciona
de César ni Alejandro los laureles;
si a sus sienes aguarda una corona,
la hallará del estudio en los vergeles.
¡Si lo vierais jugar! Tienen sus juegos
algo de serio que a pesar inclina.
Nunca la guerra le inspiró sus juegos:
la fuerza del progreso lo domina.
Hijo del siglo, para el bien creado,
la fiebre de la vida lo sacude;
busca la luz, como el insecto alado,
y en sus fulgores a inundarse acude.
Amante de la Patria, y entusiasta,
el escudo conoce, en él se huelga,
y de una caña, que transforma en asta,
el cruzado pendón trémulo cuelga.
Así es mi Pedro, generoso y bueno,
todo lo grande le merece culto;
entre el ruido del mundo irá sereno,
que lleva de virtud germen oculto.
Cuando sacude su infantil cabeza
el pensamiento que le infunde brío,
estalla en bendiciones mi terneza
y digo al porvenir: ¡Te lo confío!