Por: Alejandro Santos
Estos párrafos han sido escritos antes que el gobierno de Luis Abinader anuncie al país el paquete de reforma fiscal. Se da como un hecho inevitable que el país será sometido al pago de más impuestos, este hecho indiscutiblemente impactará negativamente en el ingreso real de la población.
La naturaleza de las últimas reformas fiscales que se han implementado en nuestro país, se han limitado solo al propósito de aumentar las recaudaciones del gobierno.
No existe una definición clara de la estructura impositiva dominicana, en el escenario filosófico y práctico, no se alcanza a definir si tenemos un sistema impositivo “regresivo”, o “progresivo”.
En la naturaleza del “regresivo” los impuestos penalizan principalmente a los de menos ingresos, priorizando los impuestos indirectos. Mientras que el “progresivo” la preponderancia en el pago de los impuestos se le asigna a los mayores ingresos.
En la definición de la estructura fiscal se debe dar importancia estos aspectos,
porque tiene la capacidad de incidir en la redistribución del ingreso, que es utilizado como un mecanismo de mejorar las iniquidades socioeconómicas.
En consecuencia cuando se plantea una reforma fiscal, no solo se debe limitar al interés de recaudar más dinero por parte del gobierno, corresponde también tomar en cuenta cuáles efectos tendría sobre la estructura socioeconómica de nuestro país.
Siempre se considera injusto los que tienen menos ingresos, sean los que más paguen impuestos, como sin sentido es atentar contra la clase media para que se desplace hacia abajo.
Una reforma fiscal que genere efectos progresivos tiene que considerar los impactos también en los servicios públicos. La población quiere ver y participar de que los nuevos impuestos generen una mayor eficiencia en salud, educación, energía eléctrica, agua potable, obras públicas, obras de infraestructuras etc.
Los nuevos sacrificios impositivos tienen que traer también recompensas sobre la población, de lo contrario la reforma solo logrará redoblar el disgusto de la gente, y el posible levantamiento de protesta y quejas alrededor a todo lo ancho de nuestro país.
Ahora que nos encontramos en la hora cero de una nueva reforma fiscal, el gobierno debe contemplar el tipo de reforma que se pretende implementar, medir y evaluar su impacto en la distribución del ingreso, la mejora de los servicios, y el efecto sobre las inequidades socioeconómicas.u