Por : JOSE BAUTISTA
La inmigración ilegal continua de nacionales haitianos en los últimos años a la República Dominicana reduce considerablemente la extensión territorial de nuestro país, ya que cuando nos movemos por las provincias, pueblos, ciudades, parajes, barrios, campos, montañas, y en determinado espacio se comprueba a simple vista que esos extranjeros establecen ghettos con miembros familiares.
Aunque el presidente Luis Abinader ordenó repatriar 10 mil indocumentados haitianos semanalmente, y designó al almirante Rafael Luis Ballester al frente de la Dirección General de Migración para detener la masiva inmigración extranjera se hace necesario que todas las autoridades trabajen de manera coordinada y armónica para que atrapen y repatrien a todos los ilegales que se encuentran en los 48 mil kilómetros cuadrados.
Nuestro país no resiste la avalancha de ilegales haitianos, debido a que la República Dominicana es una nación tercermundista con serias necesidades económicas para satisfacer los servicios de más de 10 millones de habitantes, más las exigencias de extranjeros que además de invadir los sectores productivos se creen que tienen el derecho de invadir de manera pacífica los espacios de los verdaderos dominicanos.
Ojalá se cumpla con la meta de nuestro presidente Abinader de deportar 10 mil ilegales haitianos todas las semanas, y que se escuche el pedido del director de Migración, quien proclamó que no permitirá que sus colaboradores extorsionen, macuten, cobren peajes, y que hagan negocios ilícitos al momento de ejecutar sus diferentes funciones migratorias.
Sólo hay que andar por las calles de la provincia del Gran Santo Domingo para comprobar la masiva presencia de venduteros y venduteras de origen haitiano ofertando productos en los semáforos, pero esa acción ocurre en Santiago, y todo el Cibao hasta Dajabón.
Igual sucede en todas las provincias del Este y del Sur Profundo, incluso en Pedernales hay un ghetto que sólo son haitianos los que conviven en ese espacio, donde un tipo que le llaman Capitán es quien da las órdenes para que los dominicanos que llegan ahí, les otorgue minutos para pecnotar en ese lugar.
No sé como esos inmigrantes haitianos ilegales establecen ghettos donde les parece, esos ciudadanos viven en condiciones deplorables, Fruisa, Bávaro; el municipio de Higüey, La Romana, Miches, Sabana de La Mar, El Seibo, San Pedro de Macorís y Hato Mayor.
También en San Cristóbal, Baní, San José de Ocoa, Barahona, Neiba, Oviedo, Hondo Valle, Jimaní y Elías Piña. Entre otras importantes provincias del Cibao.
Es tiempo para que se cumpla con la encomienda del presidente Luis Abinader y el director de Migración, almirante Rafael Luis Ballester para que la República Dominicana no continúe perdiendo extensión territorial de gente ilegal que viene a vivir como perros por su casa.
Los ghettos son barrios de habitantes haitianos ilegales confinados que viven en condiciones infraumanas y que realizan cualquier tipo de actividades, ya sean laborales o de otro tipo.
Los ghettos de haitianos ilegales no sólo se limitan a las zonas urbanas, sino que se han establecidos en nuestras montañas y campos, en donde conviven depredando los bosques y las fuentes acuíferas, sin que nadie haya hecho algo para detener esa lamentable situación en la República Dominicana.
Como ciudadano dominicano espero que las autoridades nacionales ejecuten las medidas emprendidas por el presidente Luis Abinader para que en la Patria de Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco Del Rosario Sánchez se pueda oler la dominicanidad que ellos soñaron.