Por JOSÉ BAUTISTA
Después que brillaron entre las décadas de los años 80 y 90, y que cayó en desuso, el dispositivo bíper reaparece nuevamente en el Medio Oriente, especialmente en El Líbano como un explosivo destructor terrorista, pues grupos israelitas los utilizaron como armas, provocando 39 personas muertas y miles de heridos, acción criminal que deja al descubierto la poca sensibilidad humana por la vida de sus semejantes.
Esos ataques no tienen precedentes, no sólo por las pérdidas humanas y miles de personas heridas, sino por la creación de maldad para producir daño a una sociedad indefensa que ve perder a los miembros de sus familias, como sí tratara de una plaga que ataca una producción agrícola de un país del Tercer Mundo.
La sociedad mundial está sorprendida por esos ataques terroristas a través de los también llamados buscapersonas o localizadores que su uso desapareció entre los finales de los años 80 y principios de los 90, pues solo una macabra idea inhumana renueva una herramienta para hacer ataques terroristas contra ciudadanos, a quienes Dios le dio la vida, y es el único que tiene la virtud de quitarle, como creador de todo lo existente en este mundo terrenal.
El bíper o localizador es un dispositivo de telecomunicaciones inalámbrico que recibe mensajes cortos, que incluye una pantalla de cristal líquido, una circuitería, una alerta vibratoria y/o sonora y botones de control.
Los ataques inhumanos de estos bipers ocurrieron esta semana en la milicia de Hezbolá, que afectó de manera considerable a sus miembros y los sistemas de comunicación, cuya responsabilidad es atribuida a Israel.
No importa los medios que se utilicen para ejecutar ataques terroristas, lo que tienen que pensar sus protagonistas es que deben respetar la convivencia social de las demás naciones. En este momento de convulsiones sociales, lo que más se necesita es que el universo viva en una rotunda paz, ya que la paz es necesaria para vivir en armonía y tranquilidad.
Esos ataques terroristas e inhumanos por demás tienen que ser detenidos anteponiendo esa actitud criminal de quienes se creen que están por encima del bien y del mal.
Ante la presencia de Dios todos somos iguales, no importa la condición social, económica, política, nacionalidad y espiritual, lo que nos hace reflexionar de que el globo terráqueo debemos vivirlo con respeto en todos los órdenes.
El Líbano y todas las naciones del Medio Oriente merecen que sus territorios sean respetados, sin dañar el derecho a la vida de sus poblaciones que en nada tienen que ver con los conflictos bélicos de sus gobernantes.
El pasado día 21 del presente mes de septiembre celebramos el Día Mundial de la Paz, lo que nos recuerda que debemos convivir con ella sin afectar la vida de los demás.
Muy bien lo dijo Santa Teresa de Calcuta que la Paz comienza con una sonrisa, partiendo de esa hermosa frase, cambiemos el rostro de la arrogancia, el terror y la petulancia por una noble y amplia sonrisa para que el mundo de hoy sea más bonito.