FERNANDO RODRÍGUEZ C.
Para un arrogante millonario, racista y clasista como el expresidente norteamericano Donald Trump, debe ser un trago muy amargo el que una mujer, de origen humilde y por demás negra, lo haga morder el polvo de la derrota en el próximo torneo electoral de los Estados Unidos de Norteamérica.
Kamala Harris, la candidata a la presidencia de los EE. UU. por el Partido Demócrata, inteligente y sagaz, se la lució en el debate del pasado martes durante el cual mantuvo una posición corporal y expresiva de notable superioridad frente a un deprimido e incoherente candidato republicano que careció de argumentos de valor.
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Al parecer, Trump se confió en que podía, tal como hizo con Biden, lucírsela en un debate desigual como también lo había hecho frente a Hillary Clinton a quien acosó, de manera poco educada, en el debate que sostuvieron previo a las elecciones presidenciales del 2016. Ahora, su contrincante le dio a beber un poco de su propia medicina, manteniendo una sonrisa irónica frente a un irritado contendiente.
Buscando descalificarlo, Kamala Harris apeló a los expedientes judiciales y condenas que pesan sobre el expresidente quien salió apaleado y de mal humor del debate que concitó la atención mundial.