Por: Alejandro Santos

Digamos que desde el 1978 hemos alcanzado un alto de nivel de estabilidad social y política, con algunos tropiezos, como el levantamiento de protestas contra las medidas del FMI, en 1984, y las crisis postelectoral del 1990 y 1994.

Los dominicanos tenemos el aprendizaje de poner y quitar partidos y gobiernos, sin que esto represente ningún tipo de trauma. El sistema electoral ha funcionado adecuadamente, mientras que los partidos y su liderazgo han actuado con gran madurez y sabiduría, haciendo prevalecer los cimientos de la democracia.

En el 1978 Balaguer fue desplazado del gobierno, se creyó que había llegado su final, sin embargo, su regreso inimaginable, sorprendió a una sociedad que perdía su esperanza con el PRD, dándole la oportunidad de nuevo a Balaguer en 1986.

El acontecimiento del retorno de Balaguer, enseñó que en nuestro país la muerte absoluta no existe en política, y que ningún partido puede creerse que estará externamente en el control del gobierno.

De igual manera, la historia fue muy parecida, cuando el PLD, salió del poder en el dos mil, regresa 4 años después, consolidándose con una fortaleza que parecía invencible, para luego salir del gobierno, y quedar en el 2024 disminuido alrededor de un 10%, después de haber ganado antes 4 elecciones consecutivas en primera vueltas.

El sistema político electoral ha tenido una dinámica de sube y baja , sin que esto haya provocado crisis que alteren la estabilidad dominicana.

Repetimos, los partidos y sus liderazgos, con todas sus imperfecciones, han contribuido a sostener y mantener una sociedad estable y en crecimiento.

Lo anterior no significa obviar la transformación que los partidos deben realizar para desprenderse de aquellos factores que generan desconfianza en la población, especialmente cuando protegen actos contrarios a la gestión transparente de los fondos públicos. La corrupción sigue siendo la causa principal del desgaste de los partidos, por lo que deben tomarse todas las medidas necesarias para su erradicación.

En sociedades consideradas como desarrolladas, existen sistema de partidos fuertes y estables, como el ejemplo de los Estados Unidos, con los partidos Demócratas y Republicanos.

No puede considerarse saludable y beneficioso para nuestro país la difusión de mensajes agresivos contra los partidos políticos dominicanos, los cimientos de nuestro sistema democrático descansa en el PRM, PLD, Fuerza del Pueblo, PRD, PRD, PRSC, y los demás partidos.

No podemos escatimar esfuerzos, ni obviar, ni menospreciar el papel que están llamados a desempeñar responsablemente los líderes y sus partidos.

También todos esperamos mayor transparencia y mejor desempeño de los partidos a la hora de tomar decisiones que deben estar más apegadas a los mejores valores y pulcritud.

Preferimos apostar a la consolidación y vitalidad de los partidos, evitemos sumarnos a la corriente que procura la desaparición de los pilares de la democracia dominicana. Los ejemplos de desintegración y debilitamiento campean por todo el mundo, y más en América Latina, no creamos en cuentos de adas, de algunos falsos profetas que se quieren presentar como salvadores.

Luchemos por mantener nuestra estabilidad política y social, y mantengamos la esperanza en nuestra democracia, que han cultivado los partidos políticos dominicanos.

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