MIRANDO POR EL RETROVISOR
Por Juan Salazar
Los jugadores de baloncesto de la NBA, Magic Johnson y Larry Bird, protagonizaron en la década de los 80 del siglo pasado una de las más grandes rivalidades en el campo deportivo.
Todo comenzó en 1979, con la disputa del campeonato universitario en representación de las academias superiores de Indiana y Michigan, enfrentamientos que se extendieron durante sus ilustres carreras, defendiendo los colores de los equipos Boston Celtics y Los Ángeles Lakers.
Esa rivalidad tan épica llegó a lo personal, provocando una enemistad que alentaron los medios de comunicación, especialmente las grandes cadenas de televisión, lo que llevó el baloncesto de la NBA a niveles de audiencia nunca antes vistos en ese deporte.
Era el enfrentamiento del Este contra el Oeste, pero también de dos personalidades diametralmente opuestas: El hombre blanco, frío, calculador en la cancha, con un tiro certero desde cualquier ángulo y poco comunicativo. Y el negro sonriente, parlanchín, magistral pasador y amante del juego excitante en la duela.
Durante esa década, Magic y Bird, con apenas un número de diferencia en sus uniformes (32 y 33, respectivamente), no solo dominaron la NBA, sino que su rivalidad también insufló a los fanáticos de Boston y Lakers, el odio que se mostraban en la cancha ambos jugadores.
Quienes presenciamos esa feroz rivalidad entre Bird y Magic, con la mira puesta primordialmente en lograr campeonatos para sus respectivos equipos, sin centrarse tanto en los logros individuales, nunca imaginamos que al final terminaría en una de las más enternecedoras y duraderas amistades, más allá del ámbito deportivo.
Larry Bird y Magic Johnson tuvieron una feroz rivalidad en el baloncesto de la NBA, pero al final de sus carreras terminaron siendo los mejores amigos.
Más adelante diré cómo quedó doblegada esa enemistad entre Bird y Magic, pero traigo esa rivalidad deportiva a colación por las recientes “diferencias” entre los atletas dominicanos Marileidy Paulino y Félix Sánchez, alentada por medios de comunicación.
Lo primero es que esa rivalidad entre Paulino y Sánchez –asumiendo que sea real- no tiene ningún asidero. Marileidy y Félix han brillado en épocas distintas y, aunque en atletismo y a la misma distancia de 400 metros, él con vallas y ella en lisos.
He visto un insustancial debate a destiempo sobre cuál ha sido mejor. Esa pésima costumbre de comparar atletas que ya terminaron su carrera con otros que aún están activos. Sánchez tiene dos medallas de oro olímpicas (Atenas 2004 y Londres 2012), mientras Paulino acaba de lograr su primera en los pasados juegos celebrados este año en París, Francia.
He visto, además, comentarios en redes sociales que no aportan nada positivo al legado que ya dejó Sánchez y al que forja ahora Marileidy con rutilante éxito. Desafortunados algunos alegatos en un vano intento de minimizar los méritos de ambos atletas. Que Sánchez era norteamericano y no tuvo el origen humilde de Marileidy. O que Paulino compite en lisos y Sánchez a la misma distancia, pero con la dificultad adicional de las vallas. La sociedad dominicana no merece que menospreciemos los logros de Sánchez para destacar los de Marileidy, y viceversa. Al final, lo único digno de resaltar es que tanto Félix como Marileidy han puesto a la República Dominicana en el mapa del atletismo mundial.
Nada más emocionante que ver a Marileidy, en París, con una tenue sonrisa escuchar las notas del Himno Nacional mientras izaban nuestra bandera tricolor, y a Sánchez con lágrimas a raudales, en Londres, cuando se colgó su segundo oro, en un momento en que tanto resonaba en sus oídos la palabra “retiro”.
Recientemente observé una reflexión en la red social Instagram del tenista español Rafael Nadal, quien también tuvo una épica rivalidad con el suizo Roger Federer, ya retirado de la competición. Nadal puntualizó que tanto él como Federer, ahora excelentes amigos como Magic y Bird, llegaron a la coincidencia de que querían ser recordados por ser buenas personas, más que por sus logros deportivos.
Según puntualizó Nadal, los títulos y récords alcanzados al final son pasajeros, porque siempre vendrán otros que superarán esos logros, lo que puede pasar con Marileydy y Sánchez. Y el tenista precisó que en un mundo donde dominan el qué y el ahora por encima de todo, queda relegada la importancia del cómo.
¿Cómo quieren ser recordados Sánchez y Marileidy? Pienso que sus hazañas en el atletismo determinarán primordialmente esa respuesta. Pero, como apuntó Nadal en esa reflexión, ambos deberían también esforzarse por ser recordados como referentes que las futuras generaciones se sientan motivadas a imitar por sus logros deportivos, pero también por sus valores.
Aquella rivalidad épica entre Magic Johnson y Larry Bird terminó cuando grabaron un comercial para la firma de tenis Converse. Durante la filmación estuvieron distantes, poco comunicativos, pero al final Bird derritió el hielo con un detalle que lo cambió todo: Invitó a Magic a un almuerzo en su casa que había preparado su madre Georgia y, en medio del encuentro, la madre de Bird sorprendió a Johnson confesándole que era su jugador favorito.
Así nació una impensable amistad entre Bird y Magic, dos jugadores rivales a rabiar, pero que al final terminaron encontrando más cosas en común, que aquellas que inicialmente los distanciaron y llevaron a odiarse.
No pienso que las diferencias entre Sánchez y Marileidy estén al nivel de Bird y Magic, porque repito, no se han enfrentado en ninguna competición, y en cambio ostentan la coincidencia de brindar parte de los momentos más emocionantes que hemos vivido los dominicanos a lo largo de nuestra historia.
Pienso que, al igual que hicieron Magic y Bird, para dejar atrás esas conjeturas sobre sus diferencias, Sánchez y Marileidy pudieran tener un almuerzo que brindaría a la sociedad un inolvidable ejemplo de unidad, entre dos atletas que han elevado el orgullo y amor patrio al más alto nivel.
Uno de ellos podría tomar la iniciativa y propiciar la invitación. Y si Sánchez y Marileidy deciden tener ese almuerzo, yo pago la cuenta.