Enfoque

FELIPE ROMÁN

Amable lector, el título de esta publicación está con signo de interrogación porque durante los acontecimientos que narraremos quedará aclarado si la música tiene un valor terapéutico real.

Los primeros escritos que atribuían a la música una influencia positiva sobre el cuerpo humano son los papiros egipcios descubiertos por Petrie en la ciudad de Kahum, en 1889. Y estos papiros son de unos 1,500 A. C. y en ellos ya se habla del uso de la música con la convicción de su capacidad para curar el cuerpo y la mente. Además de los egipcios, el pueblo hebreo también utilizaba la música con la creencia de que podía curar problemas físicos y mentales. Y nuestro tema de hoy estará fundamentalmente basado en relatos bíblicos de un caso en el cual se usó la música con fines curativos.

Famosísimos personajes de la antigüedad estaban convencidos de que la música tenía poder curativo. Por ejemplo, Pitágoras creía que existía una música entre los astros, y cuando estos se movían, lo hacían manteniendo una relación entre música y matemáticas. Y desarrolló conceptos matemáticos con la finalidad de explicar la armonía de la música en el universo y en el alma humana, llegando a la conclusión de que la enfermedad mental era el resultado de un desorden armónico o musical de ésta, razón por la cual creía que la música podía restablecer la armonía perdida (curación).

Platón estaba convencido de que la música tenía un carácter divino y la capacidad de sedar o dar placer. Aristóteles también creía en el poder curativo de la música.

Saúl, el primer rey de Israel, tenía con relativa frecuencia crisis afectivas caracterizadas principalmente por una gran irritabilidad, paranoia, creencia de que le querían hacer daño, y que «complotaban» para quitarle su reinado. Esta paranoia, aunque era muy llamativa, no era de génesis esquizofrénica. Y esto es muy importante aclararlo, porque lamentablemente hay personas diagnosticadas erróneamente como esquizofrénicas, sencillamente por tener una paranoia debido a circunstancias de la vida cotidiana. Y lo peor es que suelen ser medicadas con neurolépticos a dosis altas que les pueden producir lo que se conoce como Síndrome extrapiramidal, el cual en ocasiones puede alcanzar el grado de malignidad y ocasionar la muerte.

Además de los síntomas señalados en Saúl, éste también tenía lo que se conoce como Acatisia, una sensación de inquietud constante que hace que el paciente se mueva mucho de un lado a otro o tener un movimiento constante de las piernas estando sentados. El origen más frecuente es por una reacción al uso inadecuado de medicamentos antipsicóticos. En el caso del rey Saúl, no era por un efecto secundario de neurolépticos, sino porque la angustia de cualquier génesis puede provocar Acatisia. Saúl además tenía falta de concentración para resolver los asuntos cotidianos de su reinado.

Debido a que esas crisis preocupaban muchísimo a las personas cercanas al rey, estas le sugirieron el uso de la música para que se curase de su trastorno. Veamos el relato bíblico: «El espíritu de YHAVÉ se había apartado de Saúl y un espíritu malo que venía de YHAVÉ le infundía espanto -crisis de pánico- le dijeron, pues, los servidores de Saúl: Mira, un espíritu malo de Dios te infunde espanto; permítenos, Señor, que tus siervos que están en tu presencia te busquen un hombre que sepa tocar la Cítara -Arpa-, y cuando te asalte el espíritu malo de Dios tocará y te hará bien. Dijo Saúl a sus servidores: Búsquenme, pues, un hombre que sepa tocar bien y tráiganmelo». (1 Samuel 16:14-17. Versión Biblia de Jerusalén latinoamericana).

La música puede producir algún efecto favorable, pero en realidad leve y de corta duración.

Amable lector, la manera como están narrados esos versículos («espíritu malo»), se debe a que en la antigüedad existía una concepción mágico-religiosa de las enfermedades físicas y afectivas.

Como desde siempre los servidores anhelan caer en gracia con los que tienen poder, ocurrió lo siguiente: «Tomó la palabra uno de los servidores y dijo: He visto a un hijo de Isaí, el Belenista, que sabe tocar; es valeroso, buen guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y YHAVÉ está con él». (1 Samuel 16:18. Versión Biblia de Jerusalén latinoamericana). Las palabras de ese siervo nos permiten percibir que desde la antigüedad, cuando alguien quiere recomendar a una persona, trata de revestirla con los mejores atributos, usando elogios que aumenten las posibilidades de que sea escogida para el puesto que sea. Es por esa razón que este hábil siervo afirmó que él había visto a David tocando el Arpa. Eso podría ser cierto o no, pero es muy importante que la persona que recomienda se comprometa directamente por su recomendado. Y también fue muy importante que este siervo finalizara sus palabras asegurando: Y YHAVÉ está con él. Y reiteramos que eso fue muy importante porque tanto el rey como sus siervos creían que su trastorno era por un castigo de Dios.

Saúl ordenó buscar a David, y el padre de éste se sintió halagado de que el rey le hiciese esa petición. El asunto es que David obtuvo el cargo de Músico Personal del Rey Saúl. Y por esa situación ocurrió que «Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba y Saúl encontraba la calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él». (1 Samuel 16:23. Versión Biblia de Jerusalén latinoamericana).

Al leer ese versículo, un lector quisquilloso podría decir: Entonces el título de este artículo con signos de interrogación es una muestra clara de la incapacidad del autor, debido a que ese versículo expone de manera completamente clara que cuando Saúl estaba en crisis, y escuchaba a David tocar el arpa, se curaba de su crisis de pánico. Responderemos que cualquier lector, sea o no quisquilloso, tiene todo el derecho de expresar lo que considere propicio hacerlo. Por lo de aquella expresión atribuida erróneamente a Voltaire, pero cuya autora fue Evelyn Beatrice Hall, y dice así: «No estoy de acuerdo con lo que usted dice. Pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo». Y no estamos de acuerdo, sencillamente porque esa llamativa mejoría de Saúl, se debió a lo que se conoce en medicina y psicología como “Efecto placebo”, que es todo aquello que careciendo por sí mismo de acción terapéutica, puede producir algún efecto favorable, en realidad leve y de corta duración. Sí la persona X la recibe convencido (a) de que aquello que se ha utilizado posee realmente un poder sanador, pero es un Efecto Placebo, porque así como cuando usted tiene una fiebre o un dolor se debe investigar para descubrir la causa o causas que producen esos síntomas, de igual manera al tan solo escuchar música -por más instrumental, clásica y sublime que esta sea- lo máximo que puede recibir es un ligero alivio.

Así, aunque es cierto que el relato bíblico nos permite percibir que Saúl recibía alivio al escuchar la dulce música que salía del arpa tocada de manera maravillosa por David, sin embargo, subsiste el hecho de que ese alivio es banal e intrascendente, debido a que aunque tenga alivio momentáneo, seguirá siendo una persona insegura, que es la génesis de sus crisis de pánico. Y la inseguridad de Saúl no se puede curar con los métodos terapéuticos denominados conductuales (como en este caso la música), porque con esos métodos solo se consigue «enterrar la cabeza en la arena como hace el avestruz». Es por eso que poco tiempo después, tenemos un escenario parecido, pero Saúl reacciona de manera diferente: «Se apoderó de Saúl un espíritu malo de YHAVÉ; estaba sentado en medio de la casa con su lanza en su mano y David tocaba. Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la pared; esquivó David a Saúl y la lanza se clavó en la pared; huyó David y se puso a salvo aquella misma noche». (1 Samuel 19: 8-10. Versión Biblia de Jerusalén latinoamericana).

Ven ustedes, el mismo David, la misma música, sin embargo, en lugar de calmarse, estuvo a punto de ocurrir una tragedia con ese intento de Saúl de matar a David con su lanza.

Podemos percibir claramente que la música no fue eficaz. Es muy diferente por ejemplo a cuando los anestesistas administran de manera correcta un anestésico, sin importar el estado de ánimo del paciente, el anestésico siempre hará la función esperada. Con la música no podemos asegurar lo mismo, porque reiteramos de una manera «rumiante» que tan solo puede producir en el mejor de los casos un Efecto Placebo de corta duración.

Veamos la prueba de la personalidad insegura de Saúl responsable de sus crisis de pánico. Tiempo atrás le dijo el profeta Samuel a Saúl lo siguiente: «Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿No has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por Rey sobre Israel? (1 Samuel 15:17).

Esa palabra “pequeño” usada en el versículo, no se refiere a estatura, porque en realidad los escritos bíblicos describen que Saúl era el hombre más alto de todo Israel (1 Samuel 10:23).

Por Orbita Informativa

Periódico digital con sede en Santo Domingo, capital de República Dominicana, nació en septiembre del año 2021.

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