MIRANDO POR EL RETROVISOR
Por JUAN SALAZAR
Los atletas de deportes tradicionales, especialmente el béisbol, son los más valorados en el país. Hasta ahora República Dominicana tiene cinco peloteros en el Salón de la Fama de Cooperstown, en el Béisbol de Grandes Ligas: Juan Marichal, Pedro Martínez, Vladimir Guerrero, David Ortiz y el más reciente Adrián Beltré.
En los últimos años el voleibol concita también la atención de los dominicanos, debido a las hazañas de las Reinas del Caribe, en femenino, y el atletismo desata por igual pasiones debido a los logros que tuvo Félix Sánchez, medallista de oro olímpico en dos ocasiones, y más recientemente Marileidy Paulino, quien el pasado viernes también logró su primera medalla dorada en esos juegos.
Esos atletas mencionados han logrado a base de dedicación y un trabajo tesonero carreras que hoy son un orgullo para República Dominicana y que han puesto en alto el nombre del país en el exterior.
Sin embargo, pienso que los dominicanos no hemos valorado como se merece la trayectoria del jinete dominicano Joel Rosario, quien, cuando se trata de méritos alcanzados, no tiene nada que envidiarles a atletas de otras disciplinas.
Quizás ha ocurrido porque Joel decidió incursionar en el hipismo, un deporte con poca tradición en el país y seguido por un público muy selecto.
El jinete dominicano comenzó a montar caballos desde niño en una finca de su pueblo natal, San Francisco de Macorís. Con tan solo 12 años de edad llegó al Hipódromo Quinto Centenario de la capital para inscribirse en la Escuela Vocacional de Jinetes y dos años después debutó como aprendiz.
Rosario viajó en 2006 a California, Estados Unidos, donde comenzó su meteórica carrera que lo ha convertido en uno de los más exitosos jockeys latinoamericanos de la historia.
La trayectoria de Rosario ha sido tan impresionante que las palabras “primero” y “único” salen constantemente a relucir cuando se contabilizan sus logros durante 25 años montando caballos de carrera en los más prestigiosos hipódromos del mundo.
Como profesional de la fusta y las bridas, Joel ha ganado 3,633 carreras, incluidas 15 de la Breeders’ Cup, y ha generado ganancias estimadas en 322 millones de dólares, sólo detrás en ese aspecto de los miembros del Salón de la Fama, John Valásquez, Javier Castellano y el estadounidense Mike Smith.
Rosario ganó en 2013 la prestigiosa carrera del Kentucky Derby montando al ejemplar Orb, y en dos ocasiones el Belmont Stakes, con Tonalist, en 2014, y en 2019 con el potro Sir Winston. Esas dos carreras forman parte de la triple corona del hipismo en Estados Unidos.
Joel Rosario celebra su victoria en el Kentucky Derby, sobre la monta del ejemplar Orb.
Joel Rosario celebra su victoria en el Kentucky Derby, sobre la monta del ejemplar Orb.EXTERNA
También en 2013, el jinete dominicano logró la Copa Mundial de Dubai, una de las más prestigiosas carreras del mundo, disputada en Emiratos Árabes Unidos, sobre el caballo Animal Kinddom, con un astronómico premio de 10 millones de dólares.
Es además el único jinete en ganar para República Dominicana el Clásico Hípico del Caribe, el 7 de diciembre de 2008, en el hipódromo Camarero de Puerto Rico, montando al inolvidable caballo criollo Sicótico. Joelito, como suelen llamarle, puso a saltar de alegría ese día a la fanaticada hípica dominicana que ondeó con entusiasmo la Bandera Nacional, con una espectacular remontada en los últimos 50 metros para vencer a la favorita puertorriqueña Defensora y a otros 11 ejemplares latinoamericanos.
Joel sumó a sus logros el Premio Eclipse Award del 2021 –único dominicano que ha logrado ese lauro- el reconocimiento que se otorga al jinete más destacado en Estados Unidos durante un año.
Cualquiera diría que montar un caballo de carrera es sencillo, pero se trata de animales que pesan alrededor de 500 kilos, miden hasta 1,7 metros y pueden desarrollar una velocidad entre 50 a 60 kilómetros por hora. Incluso, Secretariat, considerado el mejor equino de la historia, alcanzó una velocidad máxima de 64 kilómetros por hora durante la carrera de la Belmont Stakes, en 1973.
Los propietarios de caballos pura sangre seleccionan para montas a jinetes que garanticen su inversión, ya que esos ejemplares cuestan millones de dólares y, dependiendo de su éxito, pueden generar hasta más dinero luego de su retiro, como padrotes. Rosario ha sido un jinete valorado en Estados Unidos, en una época en que ha coincidido con colegas de probada calidad.
Pues, el pasado 2 de agosto, tomando en cuenta todos esos logros, Rosario se convirtió en el primer dominicano en ser exaltado al Salón de la Fama del Hipismo en Estados Unidos, lo que corona su exitosa carrera de 25 años en el hipismo internacional.
“Me siento orgulloso de ser dominicano”, declaró en español Rosario, de 39 años, durante el acto solemne en que pronunció su discurso en inglés y otra parte en el idioma de Cervantes.
El propietario y criador de caballos de carreras dominicano, José Singer, quien presentó a Joel durante la ceremonia, destacó el significado que tiene para el país la exaltación de Rosario al museo de los más grandes de la hípica en Estados Unidos.
La ceremonia de exaltación de Rosario no generó esa atención mediática en el país, como en el caso de los peloteros, pese a que es tan difícil ingresar al templo de los inmortales en el hipismo, que solo 101 jinetes han alcanzado ese lauro desde su creación en 1950, y apenas 11 son latinoamericanos.
El jinete francomacorisano expresa en cada oportunidad su satisfacción de representar a República Dominicana en ese exigente deporte, que le ha permitido colocar al país en el mapa hípico del mundo y al más alto nivel.
Sus logros han convertido a Joel Rosario en otro salón de la Fama y en un orgullo nacional.