Por: Mercedes Castillo
Con asombro vemos con frecuencia denuncias y acusaciones en los diversos medios de comunicación y en redes sociales de abusos sexuales cometidos por pastores contra niñas, niños, adolescentes, jóvenes y mujeres por quienes ingenuamente papa y mana creyeron, supuestamente porque “son representantes o enviados de Dios y Cristo en la tierra».
Esa fe y confianza ciega en pastores y sacerdotes sin conocerlos bien, supuestamente porque «son enviados, representantes de Cristo y de Dios en la tierra, con la misión de «pastorear las ovejas de las iglesias evangélica y católica en pueblos, comunidades y campos» es traicionada una otra vez por pastores y sacerdotes de manera abusiva y perversa.
Dichos pastores inducen y seducen a menores para hacer sus diabluras con esos indefensos, dañándole de esa manera sus vidas. Se conocen casos en muchos puntos del país. Ahora exploto en Los Alcarrizos en dónde varias familias acusaron al pastor Johan Manuel Castillo Ortega de la Iglesia Libre de tener cinco años abusando sexualmente de dos hermanas menores, según el expediente acusatorio. El ministerio Publico califico el caso de violación a varios artículos del Código del Menor. El caso está en la justicia.
Esas violaciones ocurrieron en el sótano de la iglesia, mientras la iglesia está en el primer piso según relataron las afectadas en la investigación que les hicieron. Otras fueron manoseadas y obligadas a ponerle la mano en su pene al pastor, el cual se masturbaba delante de las menores. Llevaba varios años en esa dañina acción. También abuso de mujeres.
Es penoso y doloroso ver todo este drama social y humano hecho por personas que están. llamadas a jugar el rol de orientador, contrario a su deber, traicionan la confianza de los padres de los menores y de adultos, quienes depositan su confianza en esos pastores.
El pastor Johan Manuel Castillo Ortega y todos los pastores y sacerdotes violadores de menores, adolescentes, jóvenes y de mujeres deben recibir todo el peso de la ley y la sanción moral de toda la sociedad, especialmente, de la comunidad donde hacen vida. ¿Porque, pastores también violando sexualmente a menores y mujeres? Eso llora ante la presencia de Dios y de los seres humanos.
Es una tremenda experiencia, para que el pueblo no siga dejándose embaucar, engañar de salteadores, delincuentes, sinvergüenzas, comerciantes, farsantes y enfermos sexuales que andan haciendo tropelías con la instalación de iglesias por donde quiera.
Cualquiera no puede ser pastor ni sacerdote, mucho menos tener a su cargo la orientación y consejería de una colectividad. Hay que tratar y conocer la gente, antes de confiar en ella. Vivimos en un mundo de mucha hipocresía e irresponsabilidad. Abrir los ojos y la mente bien es de sabio. Que así sea.