Por : Oscar López Reyes

 

Luis Rodolfo Abinader ha reconquistado la banda presidencial en los comicios del domingo, en la ratificación del poder perceptivo y decisorio electivo de la imagen de un candidato. La ejecutoria/vigilancia, las opiniones, la voz, la mirada, la vestidura y otras configuraciones simbólicas han sido decodificadas favorablemente por los electores, que lo han gratificado con el 60% de los votos emitidos.

Los constructos personales y gubernamentales tangibles en su realismo e intangibles sustentados por Abinader Corona en la divisa clave de su estrategia electoral, sellaron su identidad de marca reputacional y saltaron arrolladores en la batalla competitiva, y en su triunfo. Ese globo de oro estuvo compuesto en por lo menos diez puntadas:

1.- Realce de las realizaciones de su gobierno, como una estrella triangular: a) gestión prudente y equilibrada de la economía, en un escenario inflacionario germinado por la pandemia y la guerra; b) ejecución de más de 300 obras de infraestructura, y c) ampliación de los programas sociales, con énfasis en los subsidios focalizados.

2.- Repetición persistente del único slogan que resonó como una sirena seductora: Lo mejor está por venir. El cambio sigue.

3.- Proyección en el imaginario colectivo como un hombre rico, que no necesita tomar dinero del erario que, además, familiarmente ha sido forjado con sanos valores.

4.- Victoria aplastante del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en los comicios municipales del 18 de febrero.

5.- Evidencia de su laboriosidad, la pronta respuesta a dificultades denunciadas y su solidaridad comunitaria.

6.- Capacidad para informar, escuchar y deshacerse de altos funcionarios con ciertas inculpaciones públicas y judiciales.

7.- Ponderación, moderación y consonancia de los contenidos de la campaña comicial.

8.- Respaldo de más de 20 movimientos políticos, la mayoría de los cuales tradicionalmente se cobijan bajo la bandera del potencial triunfante.

9.- La coherencia, en la curva del tiempo, de los valores bonancibles arrojados por las encuestas.

10.- Ruptura con paradigmas clásicos y motorización de propuestas innovadoras y desafiantes, como el huidizo debate presidencial.

Al menos, cinco puntos marcaron una sombra de penumbra en el rostro opositor, que se tendieron como contra-campaña y ensancharon la audiencia/consumo de Abinader Corona:

1.- Dispersión de los contrincantes, que exhibieron una unidad ficticia, llamada Rescate, dominado por el resentimiento, el ego y la rivalidad por el poder.

2.- Ninguna repercusión de sus eslóganes. ¿Usted los conoció?

3.- Alta tasa de rechazo de contendientes, por escándalos de corrupción.

4.- Desaliento por derrota en las elecciones municipales.

5.- Baja favorabilidad en encuestas, quejas y obstáculos que presagiaban una debacle.

Los jugadores políticos han adquiridos, en la artesanal rutinización de imágenes de los candidatos, nuevas experiencias para otras proposiciones analíticas y futuras campañas, en la tangente de cautivar audiencias y convertirse en ídolos del consumo electoral.

 

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