Ya se siente la brisa primaveral aunque no sea tan perceptible como la de navidad. Para vivir la primavera intensamente, es preciso tener abiertos los cinco sentidos: ver la sorpresa que nos dan las plantas con flores nuevas, oír la euforia del cantar de los pájaros, tocar, oler y abrir de par en par el paladar para conectar todo.
Disfrutar o no de la primavera es muy personal. Más que todo viene de adentro, sobre todo en países como República Dominicana, donde no son tan marcadas las estaciones, donde el verano parece eterno. No hay estruendosos fuegos artificiales que nos percaten que es primavera, aunque algo parecido: el brotar del campo y las flores son como silenciosos estallidos de colores.
Del florecimiento del paisaje no todos se enteran. Nos percatemos o no, la primavera está y marca una etapa importante en el curso de la vida. Como todas las estaciones, influye en la producción, en el estado de animo de la gente. Como los fenómenos atmosféricos, directa o indirectamente tiene intervención en mucho.
Contrario a los versos de la famosa canción, no es ligero el paso de la bendita primavera. Son tres meses cada año igual que el otoño, el invierno y todas las estaciones.
En algunos países parece tardar en llegar, pero no, solo es preciso detenerse y algunos detalles delatarán su presencia. Si en otros años ignoramos los pequeños detalles que nos trae este trimestre, en pocos días tendremos una nueva primavera para renacernos y reflorecer. Al fin y al cabo también somos seres vivos con capacidad de renovarnos en cada etapa de nuestras vida.
Por Mary Leisy Hernandez / marilei@hotmail.com