Este martes es el gran día de carnaval en todos los países de tradición carnavalera, excepto en nuestra República Dominicana.
Las diferencias nos hacen especiales y aunque cada cierto tiempo surge la propuesta de teóricos, moralistas y/o arribistas de hacer cambios en las fechas de estas fiestas, seguimos haciendo buen carnaval todos los domingos de febrero, el Día de la Independencia Nacional e incluso después de febrero.
Martes de carnaval o mardi grass, una fiesta para disfrutar antes de que lleguen las penitencias que impone la cuaresma que comienza justamente el día siguiente con la imposición de las cenizas del miércoles.
Ambas fechas me parecen muy validas y me las gozo las dos según en el punto del mundo donde me toque cada año.
Si me tocara decidir si se ajusta en Quisqueya la fecha del carnaval para hacerla coincidir con el resto del mundo yo decidiera que no.
¿Para qué? Cierto que lo del carnaval previo a la cuaresma es más antiguo que la llegada de europeos a América. Igual cierto que las individualidades de los pueblos son riquezas llenas de autenticidad, diversidad y libertad.
Algunos creen que carnavalear en plena cuaresma es improcedente. ¿Y propiciar ruidos estruendosos y contaminación con política partidista que es? Por suerte se ha apagado la propuesta y el afán de cambiar las celebraciones de carnaval, pero si volvieran, también habría que proponer que no se celebren elecciones ni campañas electorales en plena cuaresma. Ambos son profanos, bullangueros