Por JOSE BAUTISTA
La población dominicana está viviendo una de las épocas más extrañas de la existencia del territorio nacional, ya que en los últimos años ocurren a plena luz del día acribillamientos de seres humanos que dejan perplejos a la humanidad, y en especial a las autoridades que no tienen una política definida, para enfrentar a los criminales y pistoleros que le quitan la vida a un hombre o una mujer como represalia o encargo.
Precisamente entre el 2023 y 2024, los acribillamientos de indefensos ciudadanos brillaron a la vista de todo el mundo, incluyendo 13 mujeres que murieron en las manos de agresivos victimarios, como sucedió con una fémina que perdió la vida de manera violenta en la cárcel de La Vega.
Los casos brutales de acribillamientos y asesinatos en la República Dominicana han puesto en vilo la paz y la armonía que siempre han campeado en la gente noble de este país, debido a que somos fieles creyentes del evangelio y la palabra de Jesús, y en la madre protectora, La Virgen de la Altagracia. Lo más palpable de las costumbres de la pasividad de los dominicanos es que la Bandera Nacional tiene en el centro una Biblia abierta, con las palabras sagradas del patricio Juan Pablo Duarte: Dios, Patria y Libertad.
En los últimos cinco años, distintas ciudades han sufrido pérdidas de forma violenta de muchos ciudadanos, algunos de los cuales han quedado en el olvido, sin que se hayan establecido responsabilidades sobre los victimarios, quienes cometen sus acciones en motocicletas rápidas e inmediatamente emprenden la huida.
Los acribillamientos más recientes y brutales ocurrieron en la Provincia María Trinidad Sánchez (Nagua), en pleno sol y a vista de la gente, que vieron caer a cuatro personas a tiros limpios en el interior de una yipeta, como si se tratara de pollos en una pollera.
Además, Nagua es la líder en acribillamientos y asesinatos de personas por desconocidos, porque en los últimos años las estadísticas policiales dominicanas recogen que es el lugar del país, donde más ejecuciones humanas han acontecido.
La cultura de acribillamientos en la República Dominicana es importada de otras naciones que viven en medio de violencia, y que para resolver cualquier situación utilizan la violencia como excusa.
En la República Dominicana entran y residen individuos de dudosa reputación, que violan nuestras leyes y normativas, sin que nadie le ponga freno a eso.
San Cristóbal, San Francisco de Macorís, Santiago de Los Caballeros, Santo Domingo y Nagua totalizan los mayores acribillamientos en el país, ciudades que han quedado impactadas por grandes hechos sangrientos.
Es tiempo de que la Dirección General de Migración, que dirige el señor Venancio Alcántara Valdez, y el Ministerio de Relaciones Exteriores, que dirige Roberto Álvarez, tienen que cuidar de que individuos de desconocida reputación penetran a territorio dominicano para que esas acciones violentas desaparezcan en la tierra que vio nacer a Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco Del Rosario Sánchez.
También es un imperativo de la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), que dirige el señor Luis Soto tome las medidas necesarias para que los extranjeros que llegan a la República Dominicana sean depurados en el sentido amplio de la palabra.
Asimismo, el señor Jesús Vásquez (CHU), ministro de Interior y Policía, y el director de la Policía Nacional, mayor general Ramón Antonio Guzmán Peralta deben desarrollar acciones que limiten al máximo la movilidad de esos individuos extranjeros que conviven con la noble gente dominicana para extirpar de cuajo la maldad y las costumbres criminales de nuestros nacionales.