Por Fernando Rodríguez
Me inclino reverente ante los octogenarios que, pese a sus años, continúan trabajando en sus empresas. Son dignos de admiración y respeto y por ello me siento en la necesidad de hacer esta aclaración debido a que en mi artículo anterior cuestioné que personas mayores de 80 años ocupen cargos públicos y que persistan en mantenerse en los mismos como son los casos de Joe Biden quien busca reelegirse en la presidencia de los EE.UU., y el senador republicano Mitch McConnell, quien pretende mantenerse en la posición pese a los lapsus mentales presentados por ambos, lo que ha dado pie a un amplio debate en los EE.UU., donde me encuentro de vacaciones.
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Reitero mi posición de que a esa edad ningún ciudadano del mundo debiera ocupar cargos públicos, contrario al sector privado en el que tenemos ejemplos vivientes de grandes empresarios quienes pese a haber pasado la referida edad y haber preparado a sus hijos para la ineludible sucesión, continúan a frente de sus empresas, creadas por ellos, con muchos sacrificios, por lo que tienen todo el derecho de mantenerse al frente de las mismas hasta que sus condiciones físicas y mentales se lo permitan. Los ejemplos abundan por lo que resulta innecesario citarlos.