Por Fernando Rodríguez C.
Lejos de disminuir, la deuda social del empresariado dominicano y el Estado con la clase trabajadora, sigue en aumento y la voracidad de los primeros contribuye al incremento de la inequidad social pues no obstante a que la productividad laboral prácticamente se ha triplicado, el ingreso laboral real decreció en un 17 por ciento en el período 2000-2022 de acuerdo a un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UASD y la Fundación Juan Bosch.
El referido estudio revela que los trabajadores dominicanos no participan ni siquiera en un tercio del beneficio de su trabajo del cual se benefician desmesuradamente los dueños del capital en detrimento de una clase trabajadora que ve, impotente, cómo con el continuo incremento de los precios de los artículos de primea necesidad, el poder adquisitivo de sus salarios es cada día menor.
Es hora de que el Estado y la clase empresarial se sienten con los representantes de la clase trabajadora y entiendan que la preservación del clima de paz que vive el país depende, en gran medida, de una mejor y justa distribución de las riquezas que, con grandes esfuerzos y desvelos, producen los hombres y mujeres de trabajo de todo el país.