Por Fernando Rodríguez C.
Ante el incremento de la delincuencia en los últimos tiempos en nuestro país, el presidente de la República, licenciado Luis Abinader, asumió personalmente la búsqueda de previsiones y soluciones a un problema que aumenta cada día y que está afectando a la sociedad al punto de que ni siquiera los sagrados recintos educativos y religiosos están a salvo de la misma.
Esta situación, que afecta, por igual, a grandes naciones de reconocida civilización y desarrollo social, se incrementa exponencialmente en los países, que como el nuestro, se encuentran en vía de desarrollo afrontando problemas de desempleo, pago de salarios de miseria, y los tradicionales malos ejemplos de los líderes políticos que ascienden a los cargos públicos a lucrarse en lo personal.
Si a todo esto sumamos nuestras grandes deficiencias en el plano educativo, donde, contrario a otras épocas, el maestro además de enseñar, educaba con la palabra y el ejemplo, los resultados no pueden ser distintos a los que estamos experimentando. Combatir la delincuencia, no puede ser tarea exclusiva del gobierno sino que debe involucrar a toda la sociedad, incluyendo a los políticos que pretenden convertir el tema en bandera de campaña, eludiendo su responsabilidad en males que vienen desde sus tiempos en el poder.