Por Fernando Rodríguez C.
Dile a Marianela que la quiero baisa”. Con esa campechana y cibaeña frase me despidió, a la salida de su despacho la honorable magistrada procuradora Miriam Germán Brito, cuando la visité en compañía del hermano Luis Scheker Ortiz, ocasión en la que conversamos sobre distintos temas de interés, entre ellos la salud de mi hermana Marianela Céspedes, quien trabajó con ella como jueza en la ciudad de Santiago, experiencia que elevó sus conocimientos como abogada y, lo que es más importante, consolidó sus criterios éticos y profesionales, con el ejemplo de Miriam.
La humildad y sencillez con que se maneja Miriam Germán Brito no afecta su carácter férreo e intransigente en lo concerniente a la justa aplicación de las leyes, acarreándole inconvenientes y amenazas como la proferida por un supuesto narcotraficante residente en España, que llegó al extremo de amenazarla con asesinar a su hijo, quien padece una condición física especial. Ante esta cobarde amenaza, en proceso de investigación, se ha levantado una ola de apoyo entre sus colegas, la sociedad civil, la Iglesia católica y varios legisladores que abogan para que sean esclarecidos los hechos contra una persona cuyo ejercicio profesional marcará un antes y un después en la historia de la Justicia dominicana.