Presencia plena
Por: Mary Leisy Hernandez
Marilei@hotmail.com
Soltar el celular cuando nos hablan y poner la mente y el corazón en lo que vivimos en cada momento, es la mejor manera de disfrutar del aquí y del ahora, es lo que denominan presencia plena o mindfulness. El término aun suena sofisticado pero puede ser fácil. Es posible comenzar con pequeñas cosas como estar atentos a nosotros mismos, a lo que nos dice nuestro cuerpo con actividades cotidianas, cuando nos duele el pecho o reaccionamos ante emociones como la alegría, el miedo o la ira.
La presencia plena está al alcance de todos. Acabo de participar en un taller sobre esta práctica y asumo que, comer una fresa por ejemplo, es la posibilidad de disfrutar de un color vibrante, de un olor particular y no solo del sabor. Intento despertar los sentidos en lo que hago y vivir atentamente el momento que transcurre.
Hacer una cosa a la vez, tomar tiempo para estarse quieto y limitarse a observar o a observarse, son acciones que en ocasiones parecen difíciles en una sociedad que exige mucho de “el hacer” para lograr lo máximo con rapidez. Sin embargo, son estas prácticas de quietud las que se sugieren, para alcanzar consciencia y tener mejores resultados.
Estar aquí y tener la mente allá, escuchar una prédica en un salón y tener la cabeza viajando hacia otro lugar es algo muy común. Nos disgregamos y perdemos el presente. Para practicar el enfoque el mindfulness propone una serie de ejercicios que procuran centrarnos en el ser y estar más que en el hacer y tener. Propone prácticas como la meditación, pero igual ejercicios muy simples que buscan aprovechar y disfrutar lo màximo de cada momento y de cada detalle.
Con estas prácticas se propicia reducir la depresión, controlar el estres y la ansiedad que provoca vivir en el futuro o focalizarse y sufrir por un pasado que nos estorba. Vale la pena practicarlo.