Por Fernando Rodríguez C.
Mucho se ha escrito y hablado sobre el pospuesto proyecto de ley referente a la Trata de Personas, Explotación y Tráfico Ilícito de Migrantes, sometido por el Poder Ejecutivo al Congreso el pasado 12 de diciembre, y retirado el martes de esta semana con la intención de reformular algunos de los aspectos más controversiales del mismo para ser reintroducido en 45 días a partir de la fecha de retiro.
En todo este accidentado proceso hay quienes han pretendido pescar en río revuelto anteponiendo sus intereses partidarios a los intereses de la nación, manejando de manera sensacionalista una situación que debe unir a todos los dominicanos, sin importar banderías políticas, para mantenernos firmes ante los reiterados intentos de los EE.UU. y algunas potencias de Europa, para que la República Dominicana cargue sola con un problema cuya solución debe ser asumida por la comunidad internacional.
La magnitud del problema haitiano y la amenaza que representa sobre nuestra soberanía, identidad, desarrollo y tranquilidad como pueblo, es un tema que debe provocar una cumbre política, al más alto nivel, para consensuar una salida honorable frente a los reiterados intentos y presiones internacionales para que carguemos unilateralmente con una situación en la que no tenemos ninguna responsabilidad social, política ni histórica.