NORMAS Y ETIQUETA
Juan Tomás
Benedicto XVI ha muerto como Papa Emérito, una diferencia importante con el actual Papa Francisco.
El funeral de un Papa en la historia lo hemos vivido muchas veces, pero este se realiza por primera vez desde la dimisión de Gregorio XII en 1415 como representante de Dios en la Tierra.
Según el Ritual Romano, el rito litúrgico a llevar para el funeral de un papa conlleva un luto oficial de nueve días. El funeral se llevaría en la basílica de San Pedro y su cuerpo sería enterrado en la cripta, nunca antes de cuatro días ni más de seis después del fallecimiento.
En este caso, el funeral no sería presidido por el decano del colegio cardenalicio, sino por el papa en activo, Francisco.
Se trata de un hecho sin precedentes, la primera vez que un pontífice en activo oficia las exequias de otro papa, en este caso, emérito.
La Iglesia católica no tiene un protocolo específico para los funerales de un pontífice emérito. Esta vez se genera un protocolo propio.
La diócesis tiene claro cuál será a seguir, y actuará de acuerdo a las pautas de organización de un funeral de un pontífice en activo, siguiendo estrictamente la tradición en el ritual que se le dará a las honras fúnebres del expapa, con un trato de sumo Pontífice.
Una de las más conocidas tradiciones y normas al seguir en el proceso de la muerte de un Papa empieza al conocerse su fallecimiento. Se debe de tener preparado un martillo de plata, con él le golpean tres veces la frente mientras dicen su nombre. Comprobando así su fallecimiento.
El camarlengo retirará el Anillo del Pescador que lleva como símbolo, el sello propio con el que firma los documentos, siendo destruidos de inmediato. Evitando que los mismos puedan en un futuro mostrar documentos alterados o falsificaciones.Es un protocolo que marca el fin de un papado y que igualmente con Benedicto XVI se deberá seguir.
Es de tradición también que las campanas de la basílica de San Pedro repiquen, doblen a muerto.
Antes del entierro, los restos mortales del papa se colocarán en un catafalco, cubierto con una tela negra que representa un sepulcro, expuestos en la basílica de San Pedro para recibir el homenaje de los creyentes.
Se le vestirá de acuerdo con el atuendo propio de los Papas para que pueda ser expuesto.La mitra blanca en la cabeza, la casulla roja, que representa el color del luto papal, pero también es la que utiliza cuando celebra misa, y el palio, una faja de lana blanca con cruces negras, símbolo de dignidad.
El cuerpo se colocará en una triple caja, primero una de ciprés, forrado con terciopelo carmesí, un color litúrgico. Otra de plomo, cerrado con cordones de seda de color morado, otro color litúrgico, que se sellarán con cera derretida moldeada con el escudo de armas del pontífice. Y una de olmo pulimentada.
Es costumbre que el cadáver del papa fallecido sea acompañado con un pergamino donde se escriben, en latín, los hechos más destacados de su reinado papal. En el interior del féretro también se introducen tres bolsas de piel curtida de color rojo con monedas de oro, plata y cobre. Sobre este ataúd hecho especialmente para cada Papa se coloca un simple crucifijo y una Biblia abierta.
Se prevé, como ha ocurrido con otros velatorios de pontífices, que la plaza de San Pedro estén los fieles en el momento en el que se produzca la despedida a Benedicto XVI y que líderes políticos y líderes religiosos de todo el mundo acudan como invitados al funeral.